Entre
otras cosas también he escrito algunas notas sobre cosas que me gustan. Una de
tantas es la historieta británica Judge Dredd. El siguiente artículo está
actualizado, pero en su mayor parte fue publicado en Alfa Eridiani.
Él es
la ley
por M.C.Carper
En
1976 el comic mundial estaba en procesos evolutivos hacia nuevas narrativas y
diferentes estilos gráficos, en (EEUU) la Liga de la Justicia con todos los
superhéroes y supervillanos de la DC organizados en diferentes bandos tenía
vaivenes de ventas.
En
Francia, un grupo de dibujantes liderados por Druillet, Dionet y Moebius se
mostraban insatisfechos con sus editores por los derechos de autor y la
libertad de expresión, un año después, eso daría nacimiento a Les Humanoids, con
una inédita manera de mezclar sexo, CF y crítica social.
En
Japón, Ozamu Tezuka cedía terreno a nuevos creadores como Leiji Matsumoto y el
proyecto de llevar a Capitán Harlock a su versión Anime.
En
argentina H. G. Oesterheld daba vida a una segunda parte del Eternauta y la
revista Skorpio tenía apenas dos años de existencia presentando sus historietas
de aventuras. España por su parte mostraba clásicos de aventuras y se animaba
en Blue Jeans y Tótem a mostrar una inteligente cantidad de historietas de
ciencia ficción que mostraba la crisis política que atravesaba ese país.
¿Y
Gran Bretaña?
Inglaterra
pasaba uno de sus peores momentos, con desempleo, agresividad callejera y olas
de crimen. Las editoriales disputaban entre ellas cual mostraba mayor violencia
en las páginas de sus comics. Luego de fracasar en sus primeros intentos
durante ese año, Pat Mills guionista y editor da vida el 26 de febrero de 1977
a 2000 A.D para mostrar violencia en viñetas pero dentro de ambientes de
ciencia ficción. Junto a Jhon Wagner, guionista y colega esbozan muchas
historias y personajes para la revista. Pronto se une a ellos una nueva
generación de guionistas y dibujantes influenciados por el punk y la actitud
antisocial en contra del sistema, Alan Moore y Alan Grant como guionistas y
entre los artistas a Dave Gibbons, Mike McMahon, Ian Gibson, Carlos Ezquerra y
Kevin O’Neill.
Muchos
buenos personajes salieron de sus mentes, como los caza recompensas llamados
Perros del Estroncio o Rogue Trooper, el Guerrero Azul que podía respirar
NAPALM y llevaba las memorias de sus compañeros de pelotón en diferentes piezas
del equipo. Harry 20, una especie de Alcatraz Orbital, Los ABC warriors (Los
guerreros de la guerra atómica, bacteriológica y química) o el Cazador de
robots, pero quien se convertiría en estrella de la revista fue por lejos, Juez
Dredd.
La
idea era tener un personaje que representase a la ley y solucionara el crimen
sin largos procedimientos. Alguien que fuese al mismo tiempo, juez, jurado y
ejecutor. El dibujante Carlos Ezquerra se encarga de diseñar el personaje y los
escenarios. De sus lápices nace el motociclón de Dredd y la pistola (Lawgiver)
la justiciera. También las primeras panorámicas de la ciudad que bautizan
Megacity Uno (todo parecido con Deltacity de robocop es una mera coincidencia).
El
primer guión aparece el 5 de marzo de 1977, Juez Dredd no dejaría de editarse
desde entonces. La riqueza de los relatos de Dredd proviene más del entorno futurístico
que del argumento mismo. Cuenta que en 2070, el último presidente
norteamericano inicia la guerra nuclear convirtiendo casi todo el planeta en
escombros. Los sobrevivientes se agrupan en las costas de EE UU y originan las
megacitys. En ellas los rascacielos superan por cientos de pisos a los
edificios actuales, la estatua de la libertad está rodeada de autopistas, el
Empire State es una construcción insignificante y desalojada. Los bloques
llevan nombres de artistas del siglo 20, uno de los más salvajes es el Ozzy
Osbourne. Los habitantes de Megacity (alrededor de 800 millones) son una
variedad de mutantes, patoteros, rockers, cyborgs y locos. En ocasiones las
poblaciones de un bloque entran en guerra con un bloque vecino, en fuertes
choques armados, cabe recordar que a medida que descendemos los niveles, los
barrios son más marginales hasta los subterráneos cloacales donde habitan las
peores alimañas.
Juez Dredd recorre las calles efectuando
detenciones o ejecuciones, según el crimen al grito de: “Yo soy la ley” es un
grandulón del que sólo podemos ver la expresión hosca de la boca y el poderoso
mentón, pues jamás nadie dibujó su rostro sin el casco (hay una excepción en la
saga del Juez Cal, pero el rostro de Dredd está tapado por vendas). Es el
producto de manipulaciones genéticas y un entrenamiento de 15 años. La ley lo
es todo para él. Se atiene a ella sin atenuantes y puede ser justo y honesto de
acuerdo a este código. A veces de maneras muy extremas como en el capitulo en
el que un chico de catorce años salta el muro de una vivienda para mirar el
jardín, algo que no molesta a la dueña de la casa, pero según la ley merece
seis meses en el reformatorio. El personaje resuelve cada aventura en las doce páginas
de cada número, con un tono irónico de la sociedad actual y comicidad con
atisbos sarcásticos a las estrellas del rock; hasta el grupo Ánthrax le dedicó
una canción: “I’m a Law!”.
Carlos
Ezquerra comenzó dibujando las primeras apariciones de Juez Dredd. En esos días
no había alcanzado la soltura y la calidad que demostraría después en “Perros
de Estroncio”. Durante el primer año se unió a la revista uno de los artistas
más perfeccionistas del comic mundial, un genio que luego sería famoso por
hacer el primer comic book de DC, Camelot 3000 y una versión inolvidable del Joker
con guión de Alan Moore, la Broma Asesina. Se trata de Brian Bolland, el
artista que otorgaría al Juez una calidad impresionante precipitando el éxito
que aumenta día tras día. Muchos otros virtuosos de distintos talentos
continuaron dando vida a Dredd, siguiendo fieles a los bocetos de Ezquerra y el
trazo preciso de Bolland, hasta hubo una versión americanizada dibujada por el
exótico y fabuloso Simon Bisley (Lobo, Slaine y Death Dealer, Hellblazer).
Con
el correr de las historias se sumaron compañeros y villanos en las viñetas,
mencionarlos a todos es una tarea maratónica pero no pueden dejar de referirse
los más destacados. Entre los amigos está la jueza de la unidad PSI, Anderson
que después tuvo revista propia.
Max
Normal, el informante del Juez y el robot doméstico Walter, que más de una vez
lo auxilia en los casos.
Pasaron
muchos Jueces Líderes a través de las ediciones, en las primeras historias era
el Juez Goodman que es asesinado por el Juez Cal y luego el Juez Griffin que soportaría
las obsesiones del Juez, hoy ocupa ese puesto, otra compañera de patrulla de
Dredd, la Jueza Hershey.
Entre
los villanos tenemos al Juez Rico, el clon de Dredd que es condenado a veinte
años en la prisión de Titán después de que nuestro héroe lo arresta, lamentablemente
Rico volvió para vengarse y sólo encontró su propia muerte
El
Juez Muerte, la criatura sobrenatural que posee a desprevenidos ciudadanos de
Megacity para disponer de un cuerpo y sus secuaces caníbales, los Jueces Miedo,
Fuego y Mortis. Aquí es asistido por Judge Anderson para exorcizar a estos Jueces
Oscuros.
Orlok,
el asesino en las Guerras de los Bloques
Sabbath,
el Necromago que resucita a todos los muertos de Megacity poblándola de zombies
El Hombre Lobo Blanco de los subterráneos,
traficantes de órganos artificiales o robots con fallas de fábrica.
Un
malo recurrente suele ser Máquina Loca Ángel, el único sobreviviente de la
familia Ángel. Vale contar la historia, pues muchos guiones se continuaban
durante cinco o más números convirtiéndose en sagas. La primera fue la de la
Tierra Condenada, el desierto ruinoso que separa Megacity Uno de Megacity Dos,
construida en Las Vegas, en la costa opuesta de Norteamérica. Una parte de la
misma fue censurada en USA, cuando Dredd debe intervenir en una competencia
armada entre cadenas de Hamburguesas con obvias alegorías a dos muy conocidas.
Otra saga es la del Juez Cal (apócope de Calígula) que nombra juez secretario a
su pez telescopio y sentencia a muerte a todos los habitantes por no adorarlo.
La
saga que introduce a la pandilla de los Ángel es La Búsqueda del Juez Niño.
Dredd debe recuperar a un niño que lleva en sus genes todas las nociones de la
ley y que unos secuestradores planean vender. La persecución transcurre por la
Tierra Condenada y una variedad de planetas hasta llegar a un alejado rincón de
la galaxia. La pandilla estaba compuesta por Pa’ Ángel, Link, Júnior y Madmachine.
Este último era el único que no se divertía matando o descuartizando colonos
desprevenidos. Preocupado por esta “oveja blanca” en su familia, Pa’Angel le
amputó el brazo y le operó el cerebro colocándole un dial en la frente para
graduar su violencia. Juez Dredd los mata a todos para descubrir que la profecía
del Niño Juez es una farsa y abandona al niño malvado con otros traficantes.
En
1994 se rodó una película protagonizada por Silvestre Stallone y esa fue la
primera falla. En la segunda escena Juez Dredd se quita el casco y nos muestra
la cara de Rocky Balboa, además los escenarios parecen de utilería, la moto
lawmaker se ve muy artificial y en su conjunto está muy alejado del concepto
oscuro de Megacity de los comics. Fergie, el gigante rodeado de moscas, bruto y
letal se muestra en la persona del pequeño actor de “Gigoló por accidente”Rob
Schneider. Diane Lane interpreta a Hershey, Armand Assante a Rico y Max Von Sydow
a el Juez Líder (actor de interesantes apariciones en Dune, Conan, Flash
Gordon, El Exorcista o Minority Report), pero están desperdiciados y todo es
una especie de secuela de Demolition Man.
Los
años pasaron sin ninguna noticia sobre una nueva adaptación de nuestro Juez en
la pantalla grande, hasta el 2012, donde llegó DREDD dirigida por Pete Travis y
con el gran Karl Urban interpretando al personaje. Digo “gran” porque
he aprendido a respetar a este actor que ha encarnado a Eomer en ESdlA, a nada menos que al “nuevo” Doctor
Leonard “Bones” MacCoy en la nueva Viaje a las Estrellas y también aparece en
la versión fílmica del video juego Doom, el primero en 3D y primera persona. En
esa película trabaja Dwayne Jhonson, The Rock.
Cuando comencé a verla pensé que era el protagonista central
de la peli pero hacia la mitad el que se come toda la acción es Urban. La película
se llama Dredd a secas y me parece muy bien, como diciendo que la cosa vendría
de pocas palabras, directo a la acción y sin mucho circo. La verdad es así.
Esta vez no cometieron el error de querer sintetizar veinte años de comics en
una película como en la desastrosa Linterna Verde, hay una situación. Dos
jueces quedan atrapados en unos bloques de viviendas a merced de todos los
bandidos que lo habitan a las órdenes de una mafiosa llamada Ma Ma. Por suerte
y con una actriz super adecuada, aparece Juez Anderson, la de la División Psi,
pero aquí como una novata que Dredd debe probar. La interpreta Olivia Thirlby.
La
música de Paul Leonard-Morgan remite un poco a Terminator y a Robocop, lo que
me parece muy acertado. Pero lo magnífico de esta película es su respeto al
comic. Acá Dredd jamás se ve sin el casco, el casco es parte de su cara y la
expresividad la da el mentón, la boca y los dientes. Hay una escena de
interrogatorio, con un Dredd ya muy hastiado done vemos primeros planos de la
parte inferior del rostro y nadie puede dejar de recordar las cientos de
viñetas del comic donde vimos eso mismo. La historia no dura más que noventa y
cinco minutos y me juego que pronto se convertirá en una película de culto para
los fans de Dredd. Sólo falta cruzar los dedos para que se animen a realizar
una secuela,
Con
más de treinta años de existencia Juez Dredd continúa afirmando que él es la
ley.
Muy buena nota! Voy a ver este fim, aunque jamás lei a Dredd. Mario, sé que no te van los super héroes, pero esta historia, ¿es diferente?
ResponderEliminarSí, Jorge. el comic inglés en realidad tiene una onda diferente a la de los superhéroes. Aunque los guionistas británicos, le han dado a los superhéroes famosos de Dc otra dimensión. Dredd no tiene super poderes, es un hombre como cualquier otro. la gracia de ese personaje es su personalidad y también como juega las situaiones con el entorno. Muy recomendable por lo divertido.
Eliminar¡Muchaas gracias, Jorge, por comentar!
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