Uno de los primeros ejercicios
que hice en el Taller Forjadores fue una propuesta de Susana Sussman, una chica
venezolana que impulsa la creación de Cf en su país y dirige el portal
Forjadores. La consigna era hacer un cuento sobre “un mundo sin aire”. Recuerdo que Juan Guerra, también miembro del taller había mostrado un cuento muy interesante para el mismo ejercicio. Entonces
se me ocurrió la idea de una estación espacial. Y de paso teorizar un poco
sobre las formas que encuentra la vida para manifestarse. La acción de este
cuento se desarrolla en el universo de mis relatos de “Enfrentamientos de los
dioses”. Podría ubicarse entre el segundo y el tercer libro de esa saga. Algún
tiempo después fue publicado en la revista Alfa Eridiani. Este es uno de los cuentos que ha sido traducido al francés por el equipo de Lectures D'Ailleurs. Pueden encontrarlo aquí: http://lecturesdailleurs.blogspot.com.ar/2013/04/loyal-envers-le-regime-m-c-carper.html
Leal al Régimen
M. C. Carper
Terminadas
todas las pruebas de seguridad, convoqué a mis asistentes. A los mismos que me
acompañaron durante una década con total fidelidad. Uno a uno, se presentaron
en la plataforma de atraque ubicándose en sus lugares habituales como un
batallón bien disciplinado. Detrás de ellos podía ver la monumental compuerta
que nos separaba del vacío eterno. Ahí se quedaron, formados en perfecto orden,
mis doscientos robots especializados en arquitectura espacial. Por supuesto,
eran muy diferentes en su aspecto. Por ejemplo QY 311, de la serie de montaje era
robusto, alto, con cuatro brazos grúa, mientras que RMF, el encargado de los
campos hidropónicos era de mi altura, con manos delicadas y apenas cuarenta
kilos de peso, pero no voy a describirlos a todos, eso no importa.
Por
cierto, mi nombre es Markus Helkenberger, arquitecto espacial y comandante del
Régimen Dobo. El Alto mando me destinó para una misión de gran importancia: El
Proyecto Dobómica, una idea de nuestro líder, el Primario Dobom.
Ante
las terribles tensiones políticas de la galaxia era necesario disponer de un
lugar neutral en donde todos los mundos estuviesen representados ¿Qué sitio es
más neutral que el espacio? Por eso la Multi Embajada se construyó aquí, en el
vacío. Diez años atrás, llegamos al
sistema Gamóss, un lugar devastado por la colisión de dos mundos, allí
emplazamos nuestra planta constructora. Por cierto, se nos habían adelantado
gemólogos independientes para llevarse materiales. Pero aún así, había todo lo
que necesitábamos entre los restos de la catástrofe sideral.
Buscamos
los asteroides más grandes, con la forma cilíndrica adecuada, el C653 fue
ideal, realizamos perforaciones para ahuecarlo, reduciéndolo a un tamaño de
setecientos kilómetros de longitud por doscientos cincuenta de diámetro.
Nuestras máquinas constructoras de vigas nos proveyeron de soportes antes de
activar el campo estático que daría integridad total a la futura base. Por
suerte en el Régimen tenemos mentes superiores como la del Doctor Krysstall,
que hizo realidad el manejo de los campos estáticos, con ellos pudimos crear
ambientes seguros ante cualquier circunstancia, es necesario un multiplicador
de gravedades o un torpedo de antimateria para desestabilizar un CE. También
conseguimos graduarlo para tener distintas contexturas, hay campos estáticos flexibles,
resistentes y de los más diversos tamaños, sé que en estos días, están
experimentando con el CE permeable en los laboratorios de investigación del
Régimen.
Luego
de darle estabilidad, comenzamos las obras para la gravedad artificial. Un “G”
es ideal para los humanos, pero hay más de treinta formas de vida inteligentes
conocidas, si bien la mayoría la acepta con cierta adaptación. Se ha teorizado
mucho sobre las condiciones que generan la vida y la experiencia nos da un
número perfectamente clasificable:
Primero
la distancia al sol es fundamental, una Unidad Astronómica es la mejor en un
noventa por ciento de los casos, nos da un planeta con una temperatura adecuada
para el ciclo del agua, no la congela ni la vaporiza, el agua es imperiosa para
la vida vegetal y la manipulación de materiales minerales y orgánicos. Se
necesita también un terreno firme. ¿Cómo hubiesen progresado los cetáceos de
Aguand si no se hubiesen aventurado a la superficie? ¿Cómo hubiesen descubierto
el fuego?
Y
eso nos trae otra cuestión, se requiere de una atmósfera que contenga los gases
y facilite la combustión química sin incendiar el planeta, una mezcla de
componentes respirables, la gran mayoría hace simbiosis con la fotosíntesis de
los vegetales; aunque en esto hay gran variedad.
Los
tamaños de los mundos con vida inteligente tampoco son muy disímiles. Tanto los
planetas terrestres como los satélites de los gigantes gaseosos disponen de un
diámetro semejante que genera una gravedad siempre próxima a un “G”. Lugares
donde sustancias disolventes se manifiestan y las moléculas se unen en sacos
líquidos, en tales ambientes se perfecciona una especie, siempre que disponga
de un dedo pulgar en sus manos para modificar el entorno.
Todo
esto es más sencillo si se cuenta con cantidad de unidades, para eso existen
los aparatos reproductores que aumentan las comunidades, provocando el orden
social y la civilización.
Hay
quienes aseguran que la influencia de un satélite es imperiosa para ciertos
ciclos como las mareas, pero eso no tiene aplicación en Dobómica. Sin embargo,
nos vimos obligados a construir siete anillos interiores en un sector de la
estación, con giros de diferente velocidad para otras gravedades. En ellos no
existen todas las comodidades que dispusimos para el cuerpo principal que rota
a un “G”, pero los setenbelinos, los Moas o las Ylga-Doa gyrlussianas, entre
tantos, tienen sus habitats en esos anillos.
Los
puertos de acceso están en los extremos del cilindro, son una sucesión de
rampas y hangares pensados para todas las espacionaves registradas, las
entradas dan al Eje, recurso óptimo para trasladarse de un extremo al otro a
mayor velocidad.
Rodeando la estación a intervalos de
doscientos kilómetros dispuse los colectores solares. FHTT, mi robot de
Estructuras, instaló los reactores que mueven la Multiembajada.
Concluida
esa etapa comenzamos a las ambientaciones de cada sector, fue lo más difícil y
costoso, crear embajadas que imitasen con fidelidad los mundos que
representarían. Separamos cada terreno por campos estáticos de dos kilómetros
de alto; cabe mencionar que la gravedad de Dobómica se va reduciendo a medida
que nos acercamos al Eje, hay cien kilómetros desde la superficie habitable
cubierta por vida vegetal, campos hidropónicos y lagos hasta el Eje. Entre el
casco externo y la cara interna ubicamos toda la infraestructura necesaria para
el mantenimiento de Dobómica, son nuestros veinte kilómetros de área
restringida, la posibilidad de un sabotaje en la estación es inadmisible.
Mis
robots me auxiliaron para acondicionar las embajadas. Primero obtuvimos las
composiciones de gases respirables para cada especie e inundamos con ellos los
sectores dispuestos, luego, con el mayor cuidado, importamos minerales de cada
planeta para crear paisajes familiares a los futuros inquilinos. La vida
vegetal fue puesta en cuarentena antes de plantarse, un trabajo de paciencia,
pero gracias a los robots no perdí el entusiasmo. Hoy, después de diez años
hemos concluido el proyecto, todo está listo para recibir a los embajadores, a
sus contingentes y a todo el personal militar que controlará esta maravilla. Como
es lógico, Dobómica está defendida por artillería de gran poder, puede albergar
veinte escuadrones de cazas espaciales y dispone de un cañón de bombardeo
planetario. Claro, no mencioné que el mismísimo Primario Dobom tendrá un
edificio de gobierno aquí y antes de que arribe el personal tengo que cumplir
una de sus órdenes, algo que se me encargó desde el principio, cuando acepté
esta misión. Recorrí con la mirada cada uno de mis queridos robots y dije:
—¡Todos han cumplido sus funciones más
allá de lo predecible! ¡Son un orgullo para el Régimen! El conocimiento que
llevan en sus cerebros lógicos es una fuente de inseguridad ante espías o
saboteadores, su empeño no será olvidado en los registros del Alto Mando.
Apenas
mencioné la última palabra, cerré la compuerta que me separaba de ellos. Una
alarma roja inundó el hangar mientras operaba los controles para expulsarlos al
vacío en dirección a sol de Gamóss. Sin resistirse, los robots se dejaron caer
al espacio aceptando que su utilidad había finalizado, por desgracia no eran
indispensables.
Volví
a mi oficina, necesitaba un trago de curazao arco iris, estaba abatido. A veces
la lealtad al Régimen exige sacrificios, pero también hay recompensas como la
gloria y la fortuna, en estos diez años mis cuentas bancarias se multiplicaron
más de lo que había soñado y los grandes generales ya no se dirigían a mí con
displicencia en sus mensajes. Estaba degustando mi bebida cuando oí la entrada
de un mensaje en el hipercomunicador, era del Alto Mando, un funcionario que no
conocía, pero tenía las credenciales oficiales.
—Arquitecto
Helkenberger, felicitaciones —dijo a modo de saludo—. Acabo de recibir la
notificación de que todo está dispuesto para el arribo del Primario.
—Así
es, ya terminé todos los procedimientos. En este instante soy la única criatura
pensante que queda en la estación.
—Ha
cumplido sus funciones más allá de lo predecible para el Régimen —dijo y se me
heló la sangre—. Su conocimiento sobre la estación es un riesgo que no podemos
admitir, le ordeno que use el sobre negro.
No
pude reproducir ningún sonido, ante una orden así no hay salida, me otorgaban
el honor de abrir el sobre negro, el que contenía una ampolla con veneno, algo
rápido, eficaz e indoloro. De no hacerlo, mandarían a un asesino profesional.
Corté la comunicación y dije la clave de tres palabras que abría el gabinete
donde guardaba el sobre, me di cuenta de que no era indispensable. Mientras
movía la ampolla dentro de la boca no dejaba de pensar en mis queridos robots.
MC, te felicito. Un gran conocimiento de física y de los EC. Un gusto leer esto y un cuento corto bien contundente. Me gustó.
ResponderEliminar¡Mil gracias, Jorge!!! ¡Un abrazo!!!!
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